Delfina Celichini
Franco sospechó que algo no estaba bien cuando encontró un grano indoloro en su zona genital. En menos de una semana, ese primer síntoma desapareció para darle lugar a unas manchas rojas en su tórax. Si bien no le causaban ningún tipo de incomodidad, decidió investigar en internet y se asustó: los resultados encontrados sugerían que podía tener VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Fue en ese momento —abril de 2019— cuando decidió consultar a un especialista que le diagnosticó sífilis. “Fue sorpresivo pero aliviador”, dijo Franco a LA NACION, que en ese momento tenía 32 años.
El caso de Franco —su nombre fue cambiado para preservar su identidad— no es aislado. “En el último tiempo se ha visto un incremento sostenido de infecciones de transmisión sexual (ITS) en nuestro país y en el mundo. Una de las que más aumentó su incidencia fue la sífilis”, señaló Claudia Salgueira, presidenta de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
“Si bien no hay estadísticas completas en nuestro país, distintas fuentes muestran una tendencia en ascenso de las ITS más frecuentes como sífilis, gonorrea, chlamydia trachomatis, tricomoniasis, herpes simplex y el virus del papiloma humano (VPH). Otras como el VIH y las hepatitis por virus B y C se mantienen estables o en descenso”, precisó Adriana Durán, coordinadora del Área de Epidemiología del Ministerio de Salud de la ciudad de Buenos Aires.
Después del diagnóstico —temprano, en este caso— Franco pudo tratarse. En base a los análisis practicados, le suministraron una única dosis inyectable intramuscular de penicilina y con eso fue suficiente para que las manchas desaparecieran en poco más de dos semanas. No obstante, durante el primer año tuvo que monitorearse cada tres meses y, pasado ese tiempo, pudo estirar los chequeos a dos veces por año.
“Las ITS se tratan fundamentalmente con antibióticos y, en el caso de la sífilis primaria, se cura con una dosis única de penicilina inyectable. Las hepatitis B y C se curan con un tratamiento con antivirales. El VIH no tiene cura pero se controla con tratamiento
con antivirales. El VIH no tiene cura pero se controla con tratamiento antirretroviral que mantiene la carga viral indetectable evitando el deterioro inmunológico y la transmisión por vía sexual”, explicó Durán.
Además del cuidado personal, Franco tuvo que avisarle a sus parejas sexuales. Los especialistas con los que se trató le recomendaron revisar sus encuentros sexuales hasta tres meses antes de haber encontrado el primer síntoma. “Fueron tres parejas con las que no me cuidé en ese plazo. Con una de ellas lo pude hablar sin problemas y las otras dos dejaron de responderme”, se sinceró Franco, quien precisó que la persona con la que pudo seguir en diálogo “no resultó infectada”.
En el último boletín informativo publicado por el Ministerio de Salud de la Nación en diciembre pasado, “Respuesta al VIH y las ITS en la Argentina”, se advierte que el grupo etario con mayor incidencia en pruebas estudiadas durante el 2020 es el de 15-24 años con un 28,6% de positividad. No obstante, el grupo etario entre 25-34 años obtuvo un 23,5% de positividad, sumando entre ambos grupos un total de 51,5% de pruebas positivas.
“Es imprescindible enfatizar a las acciones de prevención y concientización, haciendo hincapié en el grupo joven que son los más vulnerables”, dijo Salgueira.
Las causas
Para María Marta Greco y Romina Mauas, coordinadora y secretaria, respectivamente, de la comisión de VIH e ITS de la SADI, “el aumento en las ITS es multifactorial”. En este sentido, las especialistas enumeraron como posibles causas: “Cambios en el comportamiento sexual de las personas como la influencia de drogas recreacionales (fenómeno chemsex), prácticas sexuales de riesgo, un menor temor de adquirir el VIH asociado al paradigma ‘indetectable=intransmisible’, la utilización de PreP (profilaxis pre-exposición), escasa información sobre salud sexual reproductiva y recortes presupuestarios para los servicios de salud sexual”.
Chemsex
Se conoce como chemsex —sexodopaje en español— a las prácticas sexuales que introducen drogas para facilitar o intensificar la actividad sexual.
Salgueira coincidió con Greco y Mauas. “Hay algunas razones que podrían explicar este incremento entre las que se incluyen cambios en las conductas sexuales, el uso de drogas de diseño y la reducción de medidas de protección en las relaciones sexuales”, precisó la especialista, al tiempo que profundizó que los estupefacientes “ocasionan una disminución de la percepción de riesgo”.
Menor temor de contraer VIH y la utilización de PrEP
“Otra cosa que puede derivar en un aumento de casos es el hecho de que paciente que es VIH positivo pero está en tratamiento y con cargas virales indetectables no contagia. Si no le tengo miedo al VIH, no uso profiláctico y me expongo al resto de las ITS”, explicó la jefa de Medicina Interna del Hospital Alemán, Cristina Freuler, a LA NACION.
La utilización de la PrEP está muy relacionado a este fenómeno. “Es una de las estrategias de prevención del VIH en la cual las personas que no tienen VIH, pero que tienen prácticas que pueden exponerlos a la transmisión del virus, toman un medicamento antirretroviral y así reducen la posibilidad de adquirirlo”, informa la Fundación Huésped en su página web.
Freuler detalló que el empleo de este fármaco “implica tomar medicación, muy similar a la que toman los pacientes con infección por VIH, que disminuye mucho las chances de infección. Al utilizar la PrEP se deja de utilizar el profiláctico, que es el que protege contra el resto de las ETS”.
Y agregó: “Las recomendaciones para quienes usen la PrEP es siempre que sigan usando profiláctico”.
Si bien la PreP no está disponible en la Argentina como política pública, “muchos pacientes se compran la medicación por sí mismos y la utilizan”, señaló Salgueira.
Cómo evitar la transmisión
“Decimos que se transmiten y no que se contagian porque requieren de contacto sexual a través de fluidos en la mayoría de los casos, a diferencia de los virus respiratorios que se contagian por gotas de flügge sin contacto físico”, explicó Durán.
La utilización de “métodos barrera” o de profiláctico es fundamental. En la misma línea, la presidenta de la SADI enfatizó: “Es muy importante destacar la jerarquía que tiene realizar chequeos de salud en personas asintomáticas”.
Por su parte, Greco y Mauas enumeran una serie de acciones a considerar por los hacedores de políticas públicas y las instituciones médicas:
- Educar y asesorar a las personas sobre la forma de evitar las ITS mediante cambios en los hábitos sexuales y acercamiento a los servicios de prevención
- Vacunar a la población (hepatitis B, VPH)
- Diagnosticar oportunamente a personas infectadas asintomáticas y con síntomas
- Aplicar un rápido tratamiento y seguimiento de las personas con ITS y evaluar a sus parejas sexuales
En tanto, Durán sumó: “Se requiere una ampliación de la oferta de servicios con mayor acceso al diagnóstico y tratamiento oportunos evitando la estigmatización, la discriminación, las desigualdades y la criminalización de las poblaciones más vulnerables que aumentan el riesgo de infección”.
Qué pasó durante la pandemia
En el último boletín informativo difundido por el Ministerio de Salud de la Nación en relación con la sífilis y el VIH se detalla que durante el 2020 hubo una fuerte caída en la notificación de todos los eventos de transmisión sexual. Haciendo foco en la tasa de sífilis, en la población general se presentó una baja de más del 59%. Sin embargo, el reporte advierte que estos números no debieran tomarse como un absoluto producto de la pandemia.
“Desde 2010 la tasa de incidencia de sífilis a nivel nacional crecía de modo sostenido, muy marcadamente en los últimos cinco años, hasta su pico en 2019 con 56,12 personas infectadas por cada 100.000 habitantes para ambos sexos en todo el país. En 2020 esta tasa se redujo a 22,84 personas por cada 100.000 habitantes, dato que hay que tomar con cautela por el descenso en el diagnóstico y notificación debido al contexto epidemiológico vinculado a la pandemia por Covid”, advirtió Durán.
En la misma línea, Freuler dijo: “Es difícil tener datos veraces porque hay mucho subregistro. Hubo mucha gente que dejó de hacerse los chequeos y controles. Me parece más importante ver la evolución de los casos de sífilis en las embarazadas dado que toda persona gestante debe estudiarse por ley”.
Cuando se revisan los datos en los que hace foco la especialista del Hospital Alemán, se evidencia que los casos de sífilis en embarazadas continuaron en aumento durante la emergencia sanitaria, sostenido desde el 2015.
“El porcentaje de positividad (en embarazadas) fue del 5,5%, casi un 20% por encima de lo registrado en el año previo″, se precisó en el informe divulgado por la cartera sanitaria nacional.