URGE CAMBIO RADICAL A SEGURIDAD

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Por Lázaro Briceño

Hay que reconocerle al nuevo Gobierno del Estado el énfasis que le está poniendo a la situación en que se encuentra la Policía en todo el estado. La secretaria de Seguridad, Marcela Muñoz, criticada por algunos por fobias de género y por el nombramiento de su hija en Ciudad del Carmen, le ha venido imprimiendo un sello diferente a la labor de la corporación.

El primer cambio, y quizá más visible, es la apertura a la información. Nunca antes un secretario de Seguridad fue tan activo en redes sociales, al grado de publicar casi a diario con quién se reúne, a dónde viaja y qué hace durante el día. También nunca antes se habían hecho públicos los reportes de incidentes de los que tiene conocimiento la policía, y ahora a diario se detallan los hechos. Asimismo, se ha lanzado un programa en específico para atender a las mujeres.
Pero, quizá lo más importante, nunca antes se había hecho pública la situación en la que se encuentra la corporación que tiene la tarea de cuidar a los campechanos. La nueva secretaria no ocultó la realidad: denunció que le mintieron con el número de policías que supuestamente habría; reveló que los elementos eran usados como jardineros y peluqueros en vez de estar en las calles cuidando; detalló que varias patrullas estaban desaparecidas, otras eléctricas sin cargador y muchas sin placas. Y, por si algo faltara, usó sus redes sociales para subir fotos sobre las deplorables condiciones en que se encuentran las instalaciones al servicio de la Secretaría de Seguridad Pública.


Sí, era un secreto a voces que no todo iba bien. Solo basta voltear a ver el uniforme que visten los policías, las patrullas que manejan y en dónde viven los elementos para darse cuenta que no han recibido justicia por la peligrosa labor que desempeñan. Lo bueno es que ahora esta triste situación ya ha sido reconocida por quien tiene en sus manos las riendas de la seguridad en Campeche.


Ahora, el paso que sigue es pasar de las acusaciones a los hechos. Y no se trata únicamente de darles nuevos uniformes, ni de pintarles las instalaciones, sino de hacer una estrategia integral que premie a los buenos policías sí, pero también que involucre a la sociedad para que entre todos se consolide la paz que prevalece en la mayor parte del estado.


Hoy, hace falta trabajar en la verdadera prevención del delito, que incluye tener espacios públicos seguros, que generen una sana convivencia entre los ciudadanos. Hay que trabajar y mucho en la atención oportuna a la violencia familiar, en especial contra la que reciben las mujeres; hay que endurecer las sanciones por las faltas administrativas que se cometen a diario y que muchas quedan impunes.


La labor policiaca no solo es patrullar las calles, también se debería de emprender una campaña intensa, sonora y visible, para impulsar la presentación de denuncias por parte de los ciudadanos. Cientos de delitos quedan sin castigo porque no se acude a la Fiscalía a interponer una denuncia. El policía puede ser el canal ideal para acompañar a las víctimas a denunciar.


Pero no solo eso. Se requiere que los delincuentes paguen por lo que hicieron. Hay personas que pasan cientos de veces con los jueces cívicos y salen como si nada. Es un cuento de nunca acabar, que les permite seguir robando sin castigo. Aunque eso no corresponde a la policía, sí debería de proponer y pugnar por cambios legales.


En fin, son varias las acciones con las que las autoridades no solo policiacas, sino federales, estatales y municipales pueden contribuir a disminuir los índices delictivos. Se dice que en Campeche no opera el crimen organizado pero, por desgracia, la delincuencia no organizada es, muchas veces, la que más daña a los ciudadanos. Es hora de tomar las riendas de la seguridad en el estado, acabar con el maquillaje a las cifras y, entonces sí, darle un giro radical.

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