Inicio de fin de semana de pesadilla para el mexicano, con el australiano saboreando de nuevo la F1, en una sesión marcada por los pocos datos…
Sergio Pérez no podía iniciar peor el Gran Premio de Hungría: Un choque en los tres primeros minutos de P1 y daños en el RB19, con las mejores a la espera de ser testeadas; daños al monoplaza en una práctica que sacó poco y nada para todas las escuderías, más allá del accidente del mexicano.
Bandera roja y Checo no lo podía creer, otra vez los fantasmas de los errores se hicieron presentes y lo mandaron a las protecciones del Hungaroring. ¿Razón? El mexicano admitió su error y señaló que pisó césped, lo que derivó en la detención momentánea de la sesión.
Después, otra red flag, ahora del español Carlos Sainz, aunque éste pudo salir por sus propios medios, en un asfalto que ofreció nada: Sainz perdió el control de su Ferrari después de la tercera curva del circuito en Budapest. En el instante del percance del madrileño, tan sólo tres pilotos habían marcado tiempos.
Incluso, los Toros Rojos prefirieron guardar a Max Verstappen, quien apenas rodó en las condiciones que, parece, no serán de lluvia, por lo que algún resultado en esas circunstancias no valía el riesgo para el neerlandés, después de ver lo que pasó con Checo Pérez.
En lo destacado, Daniel Ricciardo también tuvo su vuelta oficial con AlphaTauri, después del intempestivo cese de Nyck de Vries; ahora, el australiano tendrá que sacar el máximo provecho de uno de los peores monoplazas de la parrilla, y quien abiertamente ya dijo que quiere exhibir condiciones para aspirar, tal vez, al asiento estelar de Red Bull.