La influencer lució el diseño que Jean-Louis le diseño a la actriz para el cumpleaños de John Kennedy en 1962. El naked dress, confeccionado en tela del color de la piel de la actriz y con cientos de pequeños brillantes bordados, es una de las piezas más icónicas lucidas por Monroe.
Kim Kardashian fue la sensación de la MET Gala luciendo uno de los vestidos más icónicos de Marilyn Monroe, pero lo que pocos conocen es la verdadera historia detrás del diseño que hoy es considerado uno de los más costosos de la historia.
Corría marzo de 1962 y Marilyn Monroe visitó al diseñador Jean-Louis con un encargo muy específico, un vestido para la gala que el Partido Demócrata organizaba en el Madison Square Garden para el 19 de mayo, unos días antes de John Fitzgerald Kennedy cumpliera 45 años.
El francés tenía una idea muy clara en mente: un naked dress que resaltara la figura de la actriz. Juntos idearon el vestido, confeccionado en una tela del color de la piel de la actriz y con cientos de pequeños brillantes bordados. Un diseño simple a primera vista, pero sofisticado para quienes apreciaran el arte del buen vestir.
Con un costo total de 1.440 dólares (poco más de 12 mil dólares a día de hoy), pagados por la propia actriz, Jean-Louis y su equipo trabajaron durante meses para el vestido estuviera listo para la gala y la actriz pudiera lucirlo sin problemas.
Así fue como nació el vestido que convirtió en mito a Marilyn Monroe y su sensual versión de el “Feliz Cumpleaños” para Kennedy que por aquel entonces era su amante.
El famoso diseño, que dio la vuelta al mundo, fue lucido por la actriz solo en esa oportunidad, pero basto para convertirlo en uno de los vestidos más replicados de la historia. Hasta 1999 permaneció guardado bajo siete llaves. En la antesala del nuevo siglo, la casa de subastas Christie’s lo vendió por más de un millón de dólares, muy por encima del valor que Monroe había pagado para su confección.
En 2016 volvió a ser subastado por Julien’s Auctions pero logrando un valor de 4.8 millones de dólares. Hoy es parte de las reliquias del museo Ripley’s Believe It Or Not, que ha gestionado el permiso para que Kim Kardashian pudiera lucirlo en la gala aunque más no sea por un rato; ya que la influencer lució el diseño original solo para su ingreso en el Met, cambiándolo luego por una replica exacta hecha a su medida.
Dado que el vestido de Monroe no podía adaptarse, Kardashian tuvo que bajar siete kilos en tres semanas para poder lucirlo.
“Tuve la idea de llevar este vestido, pero cuando me lo probé no me entraba. Así que les dije: ‘Necesito tres semanas y me servirá’. Y perdí siete kilos. Soy una persona con mucha determinación. Creo sinceramente que nadie creyó que podía lograrlo, pero lo conseguí”, dijo.
Sin carbohidratos ni azúcares, Kim realizó una dieta basada en vegetales y frutas, además de correr a diario una en una cinta y llevar, dos veces por semana, el llamado “sauna suit”, un traje para realizar ejercicio y propiciar la pérdida de peso a través del calor y la transpiración. No fue una tarea fácil pero bien valió la pena para ver, aunque sea por unos minutos, esa pieza icónica de nuevo en la Alfombra Roja.