Tras vivir una grave crisis de salud, Juan Pablo Medina medita, en exclusiva y por última ocasión, sobre el reinventarse como actor después de un trance que lo lleva a portar una prótesis.
Por Óscar Uriel GQ Mexico
La figura de Juan Pablo Medina (Arlington, Virginia, 1977) se recorta en un estudio de grabación en Iztapalapa que se encuentra casi a oscuras —salvo por unas pantallas que proyectan luces de distintas tonalidades—, como si la sala quisiera colorear las emociones que provocan las primeras palabras que pronuncia en público el actor desde hace muchos meses y que ha querido narrar a GQ México en exclusiva para cerrar la conversación sobre qué fue lo que le ocurrió aquella tarde del 15 de julio de 2021, que tantas páginas y bits ha generado.
El intérprete viste un traje verde que tapa, pero no oculta, la prótesis definitiva que desde hace unos días se ha convertido en la compañera de un viaje inusitado plagado de emociones y de retos. Medina, hoy, ha tenido un largo llamado. Durante toda la mañana, y rodeado de un equipo de 15 personas (y tres perros), ha posado divertido, como siempre es, y no ha dicho que no a ninguna de las ideas del equipo creativo. Está algo nervioso y trata de enmascararlo porque sabe que la grabación de la entrevista en video —que se puede ver en el canal de YouTube de GQ México— a la que se enfrentará después, es una de las más complicadas que ha hecho. Aquí no habrá personaje ni dirección, únicamente Juan Pablo Medina ante Juan Pablo Medina y lo que le ha sucedido recientemente, para explicarse definitivamente y pasar página, “porque quiero disfrutar de lo que sí gané, que fue vivir, que importa más que lo que perdí”.
Desde muy joven Juan Pablo Medina tenía una sola ilusión: hacer cine. Sin embargo, su camino como actor fue muy distinto a lo que él había imaginado en un principio. Decidió ingresar a la escuela de actuación de TV Azteca (CEFAC), después de un fallido intento por cursar la carrera de Administración de Empresas, para casi inmediatamente incursionar en el mundo de los melodramas, algo que no lo tenía del todo satisfecho. Quienes conocemos de cerca a Juan Pablo —a quien nos referimos cariñosamente con el sobrenombre de El Chespi—, encontramos un común denominador, un elemento particular difícil de localizar entre quienes nos dedicamos al medio. Medina es un actor amado y respetado por todos los que hemos tenido contacto con él y que se ha abierto paso en la industria a través de un sólido y comprometido trabajo en películas y series de televisión que lo han convertido en uno de los intérpretes de su generación más estimados por la audiencia.
Su sonrisa, carisma y su indudable atractivo, sumados a su talento, han sido los elementos que lo han llevado a trabajar tanto en cine, como en teatro y en la pantalla chica. Un pequeño papel en La segunda noche (2001) fue su pasaporte de entrada a una serie de proyectos que lo han instalado como uno de los rostros más reconocidos. En su trayectoria lo mismo ha dado vida al entrañable Iñaki Díaz en el serial Soy tu fan (2010-2012), que al empresario “envenenado” de poder Amado Matamoros en Guerra de ídolos (2017) o al general Raúl Mejía de Ingobernable (2018). Su rango interpretativo está demostrado de una manera sigilosa y prudente. Pero ha sido en la comedia y los rom coms en donde Medina se ha desenvuelto “como pez en el agua”. Así ha quedado de evidencia en títulos como Volverte a ver (2008), Cásese quien pueda (2014), Solteras (2019), Guadalupe Reyes (2019), El club de los idealistas (2019) o Amarres (2021), por mencionar apenas algunos. Y por supuesto no podemos dejar de señalar que Juan Pablo se ha convertido en uno de los actores fetiche del exitoso director Manolo Caro, quien lo ha convocado para varios de sus proyectos: No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (2013), Amor de mis amores (2014), Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando (2014), La vida inmoral de la pareja ideal (2016) y, claro, La casa de las flores (2018-2020) donde protagonizó al recordado (y muy desnudado) director financiero Diego Olvera, amante de Julián de la Mora.
Los códigos del juego de la vida de Juan Pablo cambiaron por completo el 15 de julio del 2021. De repente, entre el grupo de amigos comenzó a instalarse la alarma por comentarios sobre un suceso repentino que afectaba a su salud y lo habían colocado en un estado sumamente crítico. La información era escasa y el intérprete se encontraba blindado por su círculo familiar más inmediato. La comunicación compartida en los grupos de chats formados por sus amigos y colegas era escueta y confusa. Sabíamos muy poco, únicamente que El Chespi experimentaba una aguda crisis de salud que lo había llevado a terapia intensiva.
Unos días después, conocimos la noticia definitiva: a Juan Pablo se le había amputado una pierna en un intento por salvarle la vida.
De manera inminente surgieron numerosas versiones sobre las razones de un procedimiento tan severo. Hoy, el actor ha decidido hablar, dejar claro lo que sucedió aquella jornada de llamado de la serie Horario estelar. El día que cambió su vida por completo. “Con el tiempo voy rememorando poco a poco lo que ocurrió. Lo que recuerdo es que me encontraba en llamado, grabando en un hotel, y de repente me empecé a sentir mal del estómago. Llamé al médico de la producción porque sí me encontraba mal, pero sentía la presión de no dejar parada la filmación por respeto al resto del equipo. Sin embargo, el dolor fue a más. Tengo la suerte de que mi padre es médico y pedí que me llevaran con él. Quería estar al lado de mi papá…”, explica Juan Pablo Medina sobre el inicio de aquel percance.
“Decidieron llevarme al Hospital Ángeles”, continúa. “En un inicio, el equipo médico pensó que se trataba de una intoxicación. De ahí pasaron tres o cuatro días de los que no recuerdo casi nada. Hasta la fecha me han ido llegando poco a poco recuerdos, como si los hubiera bloqueado por el mismo dolor que experimentaba. El cuerpo y la mente son muy hábiles. Algo de lo que sí me acuerdo es que decían que me tenía que quedar algún día más y de repente despierto y estoy en una cama de sanatorio, volteo y me veo rodeado de cables y máquinas”. Y a pesar del dolor, Medina tenía un único pensamiento recurrente: regresar al set de grabación que abandonó intempestivamente. Horario estelar era su primer protagónico total en televisión.
Juan Pablo duda y trata de ser específico, pero explicarlo sin ser médico no es sencillo e instintivamente se toca de forma inconsciente la prótesis. “Me hicieron una tomografía con contraste y vieron que tenía coágulos en el intestino y en las piernas. Por fin encontraron el diagnóstico definitivo: había sufrido un infarto silencioso. Tenía un coágulo en el corazón y éste aventó coágulos por todas las arterias. Esa fue la valoración. Yo tenía mucho dolor y para poderme operar el intestino y las piernas me tuvieron que dormir. Cuando desperté, me vi todo hinchado, mis manos parecían enormes bolas… Todo fue muy traumático”, explica el actor sobre su ingreso al hospital y las primeras evaluaciones médicas.
Un infarto silencioso difícil de detectar
“Cuando desperté en terapia intensiva, recuerdo todo a la perfección. Fue un mes más en el hospital de no poder mover los brazos. Hubo más intervenciones, porque vieron más coágulos en las piernas. Mi primera reacción fue de enojo. Estaba muy encabronado. ¿Por qué estoy jodiendo a la producción? No me veía las manos y no quería que nadie me viera en esas condiciones. Mi novia —Paulina Dávila, con quien conforma una de las parejas más discretas de la cinematografía nacional—, vino a México desde Colombia, porque estaba filmando una serie allá. Yo no quería que me viera en ese estado. Sólo quería que mis padres —Emma y el doctor Salvador Medina—, mi hermano Chava, quien también es médico; mi cuñada Daniela, y mi primo Jerónimo, me acompañaran. Las veces que he estado en el sanatorio no me gusta que me vayan a ver. Así de sencillo”.
El actor estaba enojado, no comprendía cómo todo se había complicado de esa forma y escuchaba a su padre, quien le explicaba que al día siguiente lo someterían a una nueva cirugía y que debía pensar en sus prioridades. Paulina Dávila entró en la habitación y habló con toda honestidad con el actor. “Ahí me cambió el chip”, asegura Juan Pablo. Las palabras de Paulina menguaron su ira. Le recordó la fortuna de estar vivo y le recalcó la importancia de mantener una actitud positiva.
No existen palabras mágicas, pero a Medina la percepción se le transformó por completo en ese instante. Sin embargo, el panorama clínico no era positivo. Las técnicas empleadas por los doctores no estaban funcionando y la situación se estaba deteriorando hacia algo sumamente crítico.
“Después de una cirugía para extraerme los coágulos, mi cuerpo empezó a no responder del todo bien. Mi papá me dijo que el hematólogo quería hablar conmigo y me adelantó lo que me iba a decir. Habían prometido rescatarme de los coágulos sin poner en riesgo mi vida, pero que ya me encontraba en una situación grave. Me ofrecían salvarme la vida, pero la solución era la amputación. Y cuanto más tiempo pasara, las cosas se tornarían más y más complicadas, por lo que había llegado el momento de tomar una decisión. Yo aposté por vivir. Reuní a mi familia y les transmití que aceptaba. Todos me apoyaron. No había otra opción. No había vuelta atrás”, explica contundente.
La familia y los amigos más cercanos del intérprete jugaron roles primordiales en la circunstancia por la que estaba transitando, ayudaron en el estado de ánimo del actor. Los familiares, en una inteligente decisión, decidieron mantener a Medina alejado de la opinión pública y de los desinformados rumores que circulaban por las redacciones de los medios y de las redes sociales. Su círculo le enviaba desde lejos la mejor de las vibras aún sin entender a ciencia cierta lo que estaba sucediendo. “Todo el tiempo sentí el respeto de los demás. Era algo muy curioso, porque no quería ver a nadie; pero también quería dar las gracias. Sentía una buena vibra de todo el mundo. Me enviaron videos amigos, sobrinos… Experimenté mucho amor. Eso te da mucha fortaleza. Vi algunos mensajes en mi celular, algo que hasta entonces había evitado por completo, y me quebré. Los mensajes de amor eran muy poderosos y los sentía”.
Buscar la paz física y mental
Una vez tomada la decisión de la amputación, los procedimientos empezaron a prepararse. De acuerdo con Juan Pablo, el optar por una resolución de tales dimensiones te lleva a vivir un estado emocional en donde pareciera que estás alerta de prácticamente todo. “Cuando estaba dormido, me acuerdo que soñaba constantemente con mi madre. Y me decían que cuando mi mamá me hablaba, yo abría los ojos. Es importante tener gente que te da tanto amor, personas que a pesar de estar quebrados en espíritu se mantienen fuertes para que tú sigas”. Me imagino que fue muy duro para tu padre, que es médico, le pregunto. “Sí. Él armó un equipo que coordinó, pero no intervino directamente porque era algo muy doloroso. Yo los observaba y los veía bien, y eso me ayudaba a no generar más enojo o tristeza e ir únicamente para adelante. No los vi quebrarse nunca”, acota.
El renglón de la salud mental apareció justo en ese momento. De igual manera que en el parte médico corporal, el estado anímico y espiritual se puso en juego. “Cuando se tomó la decisión de la amputación, a las dos horas entró una persona en mi habitación y se presentó. Era un psiquiatra. Empezamos a hablar de la decisión desde antes de que se hiciera la intervención médica y eso hizo toda la diferencia. Es necesario entenderlo y que los especialistas te apoyen. Es algo muy cabrón, pero pude contar con esa ayuda. Nunca tomé terapia en mi vida y ahora estoy decidido a no dejarla por nada. Bajé de peso porque no pude dormir en tres semanas y los doctores me decían que la manera de empezar a recuperarme era básicamente descansar, pero no me daban medicamentos para dormir y el insomnio hace que tu cabeza gire. El no dormir me afectó mucho, me alimentaban y me hacían exámenes diarios, y me obligaban a comer. Ahora entiendo que todo fue parte de un proceso. Tenía que entender las cosas para poder seguir adelante”, recuerda Juan Pablo sobre ese momento crucial.
Recuperación y reparación
Encontrar la prótesis adecuada se planteó incluso antes de la operación. La idea de que él mismo Juan Pablo buscara en línea las respuestas es por demás emotiva y perturbadora. Uno nunca espera estar indagando sobre una prótesis para ser utilizada por uno mismo. Pero el actor siempre fue consciente de los dictámenes y resoluciones sobre su salud. “Paulina empezó a investigar y habló con Triana Casados, alguien a quien no sólo quiero mucho, sino que también se encarga de todos mis temas de comunicación. Entre las dos sopesaron opciones, encontraron una firma muy puntera y los llevaron a conocerme. El proceso de obtener una prótesis ha sido un viaje. Cuando me dijeron que me iban a amputar, lo primero que me vino a la mente es que mi vida, como la llevaba, se había terminado. Es ahí cuando te preguntas qué vas a hacer y cómo será el cambio. Lo que yo quería era simplemente vivir y a partir de ahí empecé a pensar de manera positiva”.
La operación automáticamente no sanaría el estado de salud de Juan Pablo. Ese procedimiento quirúrgico era apenas la génesis de su recuperación. Tendrían que pasar semanas para que la situación se resolviera por completo y dar por descartado el peligro, para entonces poder evaluar el uso de una prótesis. “Hay una persona que usa una similar y ella nos proporcionó los datos de Ottobock, la empresa alemana que desde el primer día ha estado presente en mi rehabilitación. Tengo la prótesis Genium X3, la cual cuenta con lo mejor en tecnología, es mecatrónica. Incluso, ya pude ir a jugar tenis”, cuenta entusiasmado sobre el sofisticado aparato que ha incorporado a su vida.
Medina no pudo haber caído en mejores manos. Ottobock es una compañía alemana líder en la fabricación de prótesis, órtesis y sillas de ruedas de la más alta tecnología. Los materiales de la empresa se destacan por su ligereza y funcionalidad, y la firma tiene más de 100 años de experiencia auxiliando a personas con discapacidad motriz. Además, el actor se ha incorporado como uno de los embajadores de la compañía, como explica Marcelo Cuscuna, CEO de Ottobock LATAM: “Buscamos personas que representen nuestros valores y, además, que sean ejemplares y que inspiren a toda la comunidad de personas con discapacidad a no permitir que esto limite su vida. Por eso, hemos elegido a Juan Pablo Medina como embajador”.
“Mi rehabilitación es un proceso que lleva su tiempo. Ha sido un procedimiento tardado, pero yo quiero hacer todavía mucho más y esto requiere tiempo, dedicación y paciencia. Por el momento mi recuperación va muy bien. Yo pensé que en chinga caminaría con la prótesis, pero no es así. Estoy reaprendiendo. A veces el muñón duele, pero ahí vamos. Tuve la fortuna en ese momento de conocer a alguien que padecía una situación similar a la mía y nos encontramos. Cuando ves a alguien en tu misma posición, resulta una experiencia muy poderosa. Esta persona me cuestionaba una y otra vez: “¿Cómo quieres que te vean?”. La pregunta tuvo una resonancia muy particular en mi cerebro y es algo sobre lo que todavía medito. Este proceso es algo muy personal, por lo que antes que todo tengo que tener muy claro lo que me sucedió para poder seguir trabajando. Hasta creí que ya no iba a laborar más como actor, que mi carrera había terminado. Por eso no me quiero adelantar y sé que debo atravesar todos los procesos. Por ahora, lo más importante es la salud mental y sanarme, poder dominar la prótesis y continuar con la recuperación física; para después llegar a poder interpretar los personajes que me lleguen en el futuro. Las cosas tienen que ir paso a paso”.
¿Cuál podría ser la mayor mentira que se dijo sobre lo que te ocurrió?, le pregunto de manera directa. Juan Pablo responde contundente y sin dudas: “Se dijo que después de ponerme la vacuna —contra la Covid-19—me sentí mal y que por eso ocurrió todo. He intentado no leer sobre ello y no me quita el sueño la intención de quienes lo dijeron”.
Una nominación al Ariel y los planes a futuro
La candidatura de Juan Pablo Medina como mejor intérprete masculino en la pasada entrega del Premio Ariel fue un estímulo que el actor no vio venir. Su trabajo en la película coral El club de los idealistas llamó la atención de tal manera que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas lo incorporó en la categoría principal. El Chespi se encontraba aún postrado en cama cuando recibió la noticia. “Estaba en plena recuperación. Sabía que esa noche serían las nominaciones al Ariel, pero no imaginaba lo que iba a suceder. Todos los integrantes del reparto formamos un chat y de repente se comunicó que Nailea (Norvind) había sido incluida en la terna de Mejor Actriz de Reparto. Todos la festejamos con mensajes de cariño. Después apareció la mía y realmente significó un aliciente para mí. El Club de los idealistas ha sido una de mis grandes experiencias como intérprete gracias a Marcelo Tobar”.
Las especulaciones sobre el porvenir de Medina como intérprete están sobre la mesa. Rumores sobre si protagonizará una obra de teatro de terror en los próximos meses, o que probablemente encarne al personaje central de otra serie para plataformas. Es muy discreto para revelar sus planes. Lo único que quiere es estar sano y listo para lo que acontezca. Primero que todo está su salud.
“No sé si lo que me pasó me transforme en un mejor actor. Las vivencias ayudan en la construcción de las emociones, así que probablemente sí; pero no estoy preocupado por eso. Mi equipo de trabajo tiene claro que el primer paso es que esté sano mental y físicamente. También tengo la ilusión de poder ayudar a los demás con mi ejemplo, pero debo estar bien y vivir este proceso de convalecencia. Entiendo que la gente quiera ponerme como un ejemplo a seguir, pero es necesario ir paso a paso”, confiesa sobre el momento por el que transita emocionalmente.
Juan Pablo Medina está en pie, con todo el sentido de la palabra y en mayúsculas. “Todos vivimos instantes complejos, pero nada debe detenernos. Tienes que apoyarte en los demás y trabajar duro, confiar en ti y los resultados se dan. Por supuesto, debes rodearte de un equipo clínico de primera, como el que yo he tenido en el Hospital Ángeles; desde los cirujanos hasta el personal de ayuda, enfermeros, terapeutas… Todos se han portado increíble y me han salvado la vida. Hasta mi seguro GNP, que se ha encargado de la gestión de todos mis documentos y los gastos. Pero sobre todo, tienes que asistirte de la gente que amas. Es importante entender que todos pasamos por situaciones difíciles y nada nos puede o debe obstaculizar. Nada va a hacer que seas menos y tengas menos oportunidades. El chip me ha cambiado y soy afortunado de estar aquí y llevar ese mensaje a los demás”, remata el intérprete.
FUENTE, INFORMACION Y FOTOS: GQ Mexico