Para decir verdad, las bondades de una dieta equilibrada y nutritiva se pierden cada vez ingerimos nuestros alimentos con mucha prisa o retrasamos la hora de la cena, pero también es importante empezar la mañana con energía, no hay nada mejor que un buen desayuno compuesto por algo más que un café.
La hora idónea para desayunar está entre las 7:30 y las 9 de la mañana “Lo lógico es hacerlo unos 20 minutos después de levantarse” y tomarse el tiempo para prepararlo, masticar bien y no correr.
Los principales consejos, No deberíamos comer después de las dos a las tres de la tarde ya es demasiado tarde porque retrasamos la merienda a las siete y así estamos abocados a cenar a las diez, una hora poco recomendable para ingerir alimentos.
Irse a la cama con el estómago lleno es muy malo para la digestión, a las nueve es la mejor hora para cenar.
Los comedores con mucho ruido ambiental distraen y son incómodos. “Debemos realizar las comidas en un entorno tranquilo y bien aireado, donde no haya agresiones externas al individuo tanto a nivel de ruidos como a nivel de movimientos”.
Comer enfrente del televisor o pegados a la pantalla del ordenador tampoco es una opción inteligente, sobre todo si estamos trabajando a la vez que comemos. Hay que apartar el estrés de la mesa.
Estamos acostumbrados a los platos de excesivo tamaño, con su consecuente perjuicio para la salud. “Es una cuestión de marketing. En los restaurantes se tiende a dar raciones exageradas, y además aquí tenemos la cultura de los dos platos para no mezclar sabores.
“Comer con mucha hambre es el paradigma de lo que no se debe hacer”, señaló el profesor. Para garantizar que vamos a tomar la cantidad justa y necesaria de alimento, hay que prevenir el apetito exacerbado.
“Un mal proceso bioquímico hace que las enzimas del intestino se formen donde no deben, en el páncreas, y lo ataquen”, explica el profesor. Esta es una de las causas de la pancreatitis o inflamación del páncreas, una patología que ya no suele ser mortal.
Comer requiere tiempo: 25 minutos como mínimo. “Hay que tener margen para realizar las comidas con tranquilidad, masticando bien y bebiendo con lentitud para hacer más fluido el paso de los alimentos”, aconsejó Villarino.
Ingerir los alimentos deprisa nos impide medir la cantidad. “No te da tiempo a pensar si tienes hambre. Masticas poco, engulles como los pavos”. La consecuencia es una mala digestión.
RIIH