Los animales suelen desarrollar parásitos en su organismo a medida que pasa el tiempo. Esto afecta su estado de ánimo y el funcionamiento de órganos vitales
Conocer la frecuencia con la que se debe desparasitar a los perros es, más de una vez, una incógnita que invade a miles de tutores responsables, aunque no siempre sea esta la conducta correcta y adecuada a la realidad. Los animales de compañía son un miembro más de la familia y es imprescindible ser responsables de su salud que las más de las veces involucra a la nuestra.
Es por eso que debemos actuar responsablemente con el fin de que nuestro compañero de vida pueda entregar su amor y su lealtad por el mayor tiempo posible y sin riesgos innecesarios. Los perros suelen desarrollar parásitos en su organismo a medida que pasa el tiempo, afectando su estado de ánimo y el funcionamiento de órganos vitales. Cualquier tipo de infestación por parásitos provoca malestar en el animal, desencadenando vómitos, diarreas, entre otros signos claros de enfermedad.
Algunas lombrices intestinales son redondas, como si fueran fideos, y son muy habituales, sobre todo en los perros más jóvenes. Muchos de estos parásitos se transmiten desde una madre canina infestada, ya sea en el propio útero o después del nacimiento a través de la leche materna, por lo tanto todos los cachorros nacen parasitados aunque la madre aparezca libre de ellos por análisis coproparasitológicos.
La mayoría de los estudios detectaron una importante carga de parásitos en la materia fecal analizada en las calles (Getty Images)
Es en esta circunstancia una de las pocas en las que desparasitamos al animal sin un análisis previo, en la certeza de que no nos estamos equivocando ni dando una medicación sin un verdadero motivo. Obviamente la vía de contagio de la mayoría de los perros es mediante el contacto con las heces de otros animales parasitados. Algunos parásitos son hematófagos, o sea se nutren de la sangre del animal que chupan, y otros flotan en la luz intestinal compartiendo los nutrientes y compitiendo por ellos.
También existen ciertos parásitos chatos, como una cinta y pequeños como granos de arroz, muy comunes en los perros, pudiendo encontrarlos en las heces. Estos parásitos, llamados Dipilidium, no se transmiten de perro a perro, sino a través de pulgas. Otras tenias del perro, que así se llaman en general a los parásitos chatos, pueden provocar trastornos graves inclusive en su transmisión al ser humano.
Existen otros parásitos internos, como las giardias y los coccidios, que son invisibles a simple vista y que pueden causar serios problemas. Recomendar la desparasitación periódica a un paciente individual no siempre es lo mejor ya que ningún antiparasitario actúa como preventivo y un animal se puede parasitar por cualquier circunstancia determinada poco tiempo después de haber sido prolijamente desparasitado.
La tenencia o tutoría responsable de un perro incluye la concientización de la población (Robert Günther/dpa)
Para entender este concepto, desparasitar en forma individual en forma periódica sería algo así como tomar un analgésico que dure 12 horas por si me duele algo la semana que viene.
Los antiparasitarios internos no son preventivos sino curativos y duran en el organismo pocas horas.
Honrosas excepciones a este criterio que aplicamos para un solo individuo, son los hogares con perro en los que hay niños que por estrecha convivencia y menor higiene corren el riesgo de contagiarse afecciones graves.
En esos casos, lo recomendable es desparasitar al animal con un antiparasitario de amplio espectro una vez al mes, para sí abarcar la totalidad de los ciclos de la mayoría de los parásitos y exponer mínimamente al niño a riesgos.
Los parásitos se pueden contagiar a los cachorros a través de su madre (Getty Images)
Las desparasitaciones masivas encaradas por el Estado, ya sea nacional, provincial o municipal tienen otro fundamento y se respaldan correctamente en un criterio epidemiológico y poblacional a partir del cual se puede disminuir la carga parasitaria de la población canina disminuyendo como consecuencia de esta medida la incidencia de los casos puntuales.
Todo este accionar debe estar respaldado por el criterio de un profesional veterinario de confianza en cuanto a método y utilización de los medicamentos adecuados en los momentos correctos.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.