Arrancaron los primero dos partidos de esta ronda con resultados previsibles, si bien uno todavía no se decide y el otro parece más sentenciado, por la ventaja y el nivel de juego de los contendientes.
Esperados triunfos ingleses
El Atlético de Madrid se metió al Etihad, la casa del Manchester City, con una consigna clara: mantener viva la eliminatoria para llevarse alguna esperanza de regreso a la capital española. El planteamiento fue inequívoco: 4-5-1 para resistir los embates de los Sky Blues, que desde un inicio sabía de qué se trataba el asunto y lo fueron trabajando, con paciencia y continuidad, ante una absoluta disciplina conservadora de los visitantes. La primera parte transcurrió según lo planeado por ambos, quizá con menos profundidad de la esperada por parte de los anfitriones, que ampliaban su repertorio ofensivo: disparos de media, centros al área, balones filtrados y combinaciones en corto. Mientras tanto, los colchoneros salían desde muy atrás sin mayor conexión al frente, solo para sacar la pelota de la forma más aseada posible en terreno comprometido.
La segunda mitad empezó con mayor intensidad: un par de descolgadas del Aleti que se extinguieron por falta de oxígeno y una creciente precisión en las jugadas del City, sobre todo para incrementar la sensación de peligro que se volvió realidad con el ingreso de Foden, quien filtró brillante pelota para que De Bruyne rompiera el sólido muro madrileño con disparo raso y cruzado. Los veinte minutos restantes aumentaron en rispidez y todavía los de casa tuvieron un par de opciones para incrementar una ventaja que pudo ser mayor, tras lo visto en el área del arquero Oblak. Esta vez, mejores los tres cambios de Guardiola que los de Simeone, cuyo equipo solo lanzó un disparo que terminó en las manos del portero, sin problema alguno, si bien cumplió con su cometido: seguir vivo en la llave.
En tanto, el Liverpool se presentó en la casa del Benfica, cuadro que nunca se rindió a pesar de la evidente superioridad de los del puerto. Primero se envió un aviso por parte de Salah salvado por Otamendi, seguido de otro disparo peligroso pero por fin, al 17’, se presentó un tiro de esquina resuelto con macizo cabezazo del francés Konaté para enviar a los ahora de amarillo al frente. Buscaron tener cierta reacción los anfitriones pero en una descolgada, el senegalés Mané culminó una triangulación para, justamente 17 minutos después, reforzar la ventaja para el equipo inglés, mostrando solvencia en todas las líneas y jugando como en patio propio con peligro continuo: la gradería del Estádio da Luz se lamentaba por la falla en un par de aproximaciones y trataba de mantener el apoyo para los suyos, a pesar de la dificultad del rival y del pesado marcador en contra.
Y la esperanza nació pronto con el segundo tiempo: un servicio al centro con abanicada incluida de Darwin Núñez ahora en plan villanesco, le dejó el balón franco a Darwin Núñez, jugador uruguayo, para que la empujara al fondo de la puerta y acercara a su equipo, de paso haciendo estallar al respetable. Pero lejos de mostrarse frágil, el cuadro inglés mantuvo la flema, no obstante algún otro arribo de peligro del equipo portugués, y apareció hacia el final la figura del colombiano Luis Díaz, quien había puesto el pase para el segundo gol, ahora sacando al portero tras recibir pelota filtrada y resolviendo con plena confianza para sentenciar el partido 3-1, de paso apagando cualquier intento de rebelión por parte de las Águilas. Todavía los visitantes pudieron anotar en la compensación pero el arquero salvó con buena salida tras una pérdida de pelota. Un muy disfrutable partido, más allá de la diferencia de nivel de los contendientes.